
25 Ene Mouton Rothschild
El barón Nathaniel de Rothschild, amante del vino, anfitrión siempre pendiente que sus prestigiosos invitados beban buenos vinos, hacen que tenga el deseo de comprar y hacer su propio vino y eso hizo que comprase Château Brane-Mouton en una subasta. La finca, en Pauillac, en el corazón del Médoc, llevará en adelante su nombre: Château Mouton Rothschild.
La propiedad en el siglo XVIII, junto con Lafite y Latour, del «príncipe de la vid», el marqués Nicolas-Alexandre de Ségur, luego los barones de Brane, Château Mouton Rothschild tomó su nombre actual después de que fue adquirido por el barón Nathaniel de Rothschild, de la rama inglesa de la famosa dinastía, en 1853. Durante muchos años, a pesar de la calidad cada vez más reconocida de su vino, Mouton despertó poco interés entre sus propietarios, reacios a emprender el viaje a una región entonces abandonada. Así que fue un día de letras rojas cuando, en 1922, el bisnieto del barón Nathaniel, el barón Philippe de Rothschild, de apenas 20 años, tomó en sus manos el destino de una finca a la que dedicaría toda su vida.
Château Mouton Rothschild se extiende por 90 hectáreas (222 acres) de viñedos al noroeste de Burdeos, en el borde de la península de Médoc, situado él mismo, como su nombre indica, en medio aquae , en medio de las aguas: las del estuario de la Gironda hasta al este y del Océano Atlántico al oeste. El viñedo de Médoc, que se remonta a la época romana, ahora cubre alrededor de 16.500 hectáreas (41.000 acres). Las vides están plantadas en una estrecha franja de tierra de 80 km de largo y de 5 a 10 km de ancho, cerca del río, que riega el suelo en profundidad y modera las diferencias de temperatura. Bordeando el límite norte del bosque de las Landas, el Médoc se beneficia de la suavidad del clima oceánico y al mismo tiempo está protegido de sus excesos.
Compuesto por grava -piedras y guijarros que retienen el calor del sol- mezclada con arena y algo de arcilla, el suelo del Médoc es pobre e inadecuado para cultivar otra cosa que la vid, que produce los mejores vinos del mundo. El suelo de grava, pobre se extiende varios metros sobre una base de arcilla y piedra caliza. Las cepas dan vinos elegantes, potentes, ricamente tánicos y longevos.
Como en toda gran región vitivinícola, los caprichos de la geología y el microclima producen vinos de diferentes estilos y calidades, algunos de los cuales deben contentarse con denominaciones genéricas: Médoc, Haut-Médoc o Bordeaux. La élite se encuentra en un puñado de prestigiosas denominaciones locales como Margaux, Saint-Julien y Saint-Estèphe. Uno de los más famosos es sin duda Pauillac, donde la uva Cabernet Sauvignon, primero plantado a principios del 19 º siglo, llega a su máxima expresión. Las aproximadamente 1.200 hectáreas (3.000 acres) de la denominación Pauillac incluyen tres de los cinco “Premiers Crus Classés du Médoc et de Graves” (Médoc y Graves First Growths), Lafite, Latour y Mouton. Ese glorioso trío está rodeado por 15 de las 60 propiedades de Médoc que figuran en la famosa clasificación de 1855.
Grand Mouton simboliza todo un arte de vivir y, por lo tanto, de recibir invitados. Contiene varias salas grandes: la Sala de la Columna y sus pinturas de los Antiguos Maestros que celebran la vid y el vino; la Dunand Room, en homenaje al célebre artista de laca, que alrededor de 1930 creó una danza de la cosecha para el transatlántico Normandie ; la Sala de la Rampa con su techo inclinado, sus estatuas y sus tapices. Después del Grand Chai y sus preciosas barricas, el Museo del Vino en el Arte , situado en una antigua sala de barricas, es un espectáculo de esplendor, que contiene piezas excepcionalmente raras del siglo XVII.-Oro y platería alemana del siglo, jarras, tazas y copas del fabuloso tesoro de los reyes de Nápoles, antigüedades, tapices medievales, pinturas, marfiles, cristalería, porcelana china, japonesa y persa y mucho más. Una experiencia inolvidable, es un lugar mágico donde tantos artistas y formas de arte, culturas y religiones dan testimonio rotundo del eterno y fructífero diálogo entre el arte y el vino.
Al inicio de la clasificación Oficial del Vino de Burdeos de 1855 no incluyó este viñedo entre los primeros crus, tuvo que esperar hasta el 1973, para que Mouton se viera elevado a la categoría de «premier cru» después de décadas realizando un gran trabajo enológico y comercial demostrando todo su potencial año tras año, consiguiendo un justo espacio en lo más alto de la clasificación.
Es tradicional poner en cada botella una pintura representativa de un gran artista, en el caso de esta añada 1990, el artista elegido fue Francis Bacon, un hombre que amaba el vino, Bacon creó un baile extraño y giratorio sobre una copa de vino para la etiqueta Mouton Rothschild 1990, distorsionándolo en la curva de la botella.
Château Mouton Rothschild 1990
Condiciones climáticas de ese año:
El ciclo de la vegetación comenzó temprano después de un invierno suave. La brotación tuvo lugar entre el 7 y el 17 de marzo según la variedad. El clima cambiante en la primavera – clima frío en marzo y abril seguido de altas temperaturas en mayo – causó una floración temprana pero lenta.
La floración media se observó el 21 de mayo para el Merlot y Cabernet Franc y el 26 de mayo para el Cabernet Sauvignon. Junio y julio fueron secos; Agosto se mantuvo seco y muy caluroso, con varios días de condiciones de olas de calor.
El envero, como la floración, tuvo lugar temprano pero lentamente; Se observó un envero medio entre el 3 y el 11 de agosto según la variedad, lo que provocó que la uva madurara de manera desigual en algunos racimos.
Después de la eliminación de los racimos maduros de manera desigual, el cultivo mostró un potencial excepcional. Las uvas estaban en perfecto estado, muy maduras y de color intenso. El buen tiempo de septiembre permitió que la vendimia se realizara en condiciones ideales tanto para la madurez de la uva como para la vendimia.
Cosechado el 18 de septiembre al 3 de octubre.
Variedades: Cabernet Sauvignon 81%, Cabernet Franc 10%, Merlot 9%.
Notas de cata:
Fase visual: Rojo granate con ribete atejado, capa media, lagrima media, brillante con ligeros sedimentos.
Fase olfativa: Al inicio poco expresiva, algo cerrada y por sus ligeros posos hemos decidido decantarlo poco a poco sutilmente para oxigenarlo ligeramente sin que sufra mucho en el trasvase, ganando así una intensidad claramente mejorada donde predomina la crianza y la evolución del vino con notas especiadas como el cuero, la caza (olor como de sangre en faisandage), tabaco, cedro, en segundo plano notas de fruta seca como la ciruela pasa, higo, fruta licorosa, algo vegetal como hojas secas, champiñón y ligeramente herbáceo tipo mejorana.
Fase gustativa: Entrada sutil, muy elegante su paso sedoso con un tanino un poco secante pero nada agresivo, percibiendo una acidez media algo balsámica dado a su evolución pero que mantiene vivo el vino, alcohol bien integrado, ligeras notas minerales, con cuerpo medio que sin ser potente permanece en boca llenándolo de matices como la fruta licorosa roja, notas de ciruela pasa, notas de café, tabaco, final ahumado y muy persistente en su retronasal.
Temperatura de servicio entre los 16º o 18º.
Armonías con entrantes de chacinas, quesos semi o curados, caracoles, platos de cuchara como guiso de lentejas con manitas de cerdo, alubias con paloma torcaz, sopa de cebolla gratinada, suquet de rape, caza menor, carnes blancas, postres de chocolate, como el fondue de chocolate con frutas rojas, tarta de manzana, trufas de chocolate, arroz con leche cremoso, ect…